viernes, 4 de septiembre de 2009

“No estoy detrás sino delante de los libros de Saramago”



Entrevista con Pilar del Río

José Saramago y Pilar del Río se conocieron en 1986 cuando la periodista compró en Sevilla un ejemplar de 'Memorial del Convento', y quedó impresionada por la fuerza y el coraje de Blimunda, protagonista femenina de la novela histórica del portugués. Del Río, trabajaba en TVE-Andalucía, y propuso viajar a Lisboa para entrevistar a Saramago. Dos años después se casaron, y ahora viven en Lanzarote, donde Pilar trabaja como traductora de la obra de su esposo y hace un comentario semanal en un programa de radio el cual firma como (adivinen!)... Blimunda.
Me cae bien, por colega y porque gracias a su trabajo he leído a Saramago.
mc


Nelson Fredy Padilla
El Espectador (Colombia)

¿Cómo viven un día promedio?
Nuestros días no son excepcionales, salvo por el detalle de que en mi casa nadie se jubila: a los 86 años Saramago desarrolla jornadas de trabajo que muchos jóvenes no aguantarían: en dos años ha escrito tres libros —El viaje del elefante, El cuaderno y otro, que se anunciará en breve y del que ahora no voy a hablar, espero que lo entienda—, ha intervenido en la vida política, ha pronunciado conferencias y atendido a cientos de requerimientos. Esto significa que de la mañana a la noche se está ocupado. Si estamos en Lanzarote, Saramago trabaja en su biblioteca, que está al lado de casa, no dentro, y si en Lisboa, va a la Fundación.

¿Cuál ha sido el papel de Pilar del Río, como periodista y amante de la literatura, detrás de los libros de Saramago?
No estoy detrás de los libros de Saramago, como cualquier otro lector, o lectora, los tengo delante... Eso sí, soy una lectora privilegiada, leo cada día lo que Saramago escribe y traduzco al español lo que él escribe en portugués, de tal manera que los libros de Saramago salen simultáneamente en los dos idiomas. Esta es mi mayor gloria y responsabilidad.

¿Cuál es el significado de su aporte a nivel de traducciones?
Traducir es casi una imposibilidad, porque ¿cómo pasar a otro idioma la respiración del autor, la duda previa, la intención con que se teclea? Eso es imposible, pero se hace lo que se puede. En cualquier caso, el trabajo de traducir es importante, tanto que, como Saramago dice, los autores hacen las literaturas nacionales, pero los traductores son los que hacen la literatura universal... De no ser por los traductores, García Márquez no sería García Márquez en Japón, en Finlandia o en Rusia. Es decir, él sería quien es, pero los japoneses, finlandeses o rusos que lo aman no habrían tenido la posibilidad del encuentro.

¿Qué anécdotas le resultan inolvidables en ese proceso?
Tengo memoria de cada libro y de cada artículo traducido. No he perdido ni un detalle, no he olvidado nada, haber traducido, y al lado del autor, en convivencia con él, es mi tesoro, un tesoro que a nadie más importa y que guardo porque en él me recreo. ¿Una anécdota? Una frase. La pronunció Carlos Fuentes, un día, viendo donde José trabaja y dónde lo hago yo. Dijo: “Qué suerte, la traductora en casa”, y lo dijo con tanta vida que me conmovió oírlo. Me sentí muy orgullosa.

¿Cuál es su papel en la Fundación Saramago y en la consolidación de la memoria literaria de la obra del escritor?
Como ya le he dicho, soy la presidenta y esto no es honorífico: cada mañana, muy a primera hora, estamos en contacto los distintos colaboradores para organizar el día. Tenemos en marcha varios proyectos, porque la Fundación no nació a mayor gloria de Saramago: es una Fundación con objetivos culturales y de ampliación de derechos, considerada legalmente de interés público. Entre nuestros objetivos está la recuperación literaria, y sobre todo emocional, de grandes autores portugueses que no se sabe por qué han entrado en una especie de nube negra. Tenemos una campaña de animación a la lectura, empezando por los niños, impulsamos ciclos y conferencias literarias, recuperamos textos testimoniales que no pueden perderse, hemos puesto en marcha una ruta, “El camino de Salomón”, que puede unir pueblos y aldeas portuguesas muy desconocidas. Estamos digitalizando papeles perdidos de Saramago, las conferencias escritas, datos de una vida larga que a los estudiosos y a los amigos les viene bien tener. Y a nosotros, a los trabajadores, nos hace disfrutar esta búsqueda de textos, de fotos, de vídeos... En poco tiempo queremos presentar un proyecto electrónico que, tal vez, sea puntero.

[José Saramago le dedicó a Pilar del Río el último texto de El cuaderno, titulado “Presidenta”: “Quiero dejar constancia, y supremamente lo quiero, de lo que ella significa para mí, no tanto por ser la mujer que amo (que eso son cuentas de nuestro rosario privado), sino porque gracias a su inteligencia, a su capacidad creativa, a su sensibilidad, y también a su tenacidad, la vida de este escritor ha podido ser, más que la de un autor de razonable éxito, la de una continua ascensión humana. Casi me apetece decir: este es mi testamento. Pero no nos asustemos, no voy a morir, la presidenta no me lo permitiría”].

Pilar, ¿cómo se imagina su mundo familiar cuando falte José Saramago?

Eso no lo imagino.
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