sábado, 12 de diciembre de 2009

Carlos Ulanovsky: "En el periodismo soy un continuo aprendiz"


“no me parece que la misión del periodista deba ser ir a joder a alguien... En lugar de sacarle una frase que hiciera un titulazo, prefería sacarle una frase inteligente…”.

Ulanovsky es un veteranazo del periodismo argentino. Historiador de la profesión, crítico de medios, pensador y eterno aprendiz... Sus reflexiones acerca del periodismo radial hacen de esta entrevista una lectura importante para los y las colegas de ese medio en Puerto Rico.
manolo

Carlos Ulanovsky –periodista con una destacada trayectoria en los distintos medios de comunicación, y autor de doce libros en los que se destaca su trabajo como historiador y crítico de los medios– acaba de publicar su último libro ¡Qué desastre es la TV! (pero cómo me gusta...), una historia de la televisión argentina desde 1999 a la fecha, en coautoría con Pablo Sirvén, y que completa su anterior libro Estamos en el aire, sobre los orígenes y la evolución de la televisión.
Actualmente es columnista de La vuelta en Radio Continental, y es conductor de su programa Reunión Cumbre en Radio Nacional.
En esta entrevista, pone en evidencia su agudo conocimiento sobre los medios, sus preferencias por la radio y por el periodismo reflexivo que explica con extensión, profundidad y, especialmente con humildad. Ulanovsky, experto entrevistador, resalta la importancia del carácter educativo de las entrevistas, dirección hacia la que nos encaminamos en esta sección del portal.

—En un contexto en el que los medios de comunicación y el periodismo están siendo revisados y cuestionados, ¿qué palabras elegiría usted para describir la profesión y la tarea de un periodista?

—La coyuntura no debería influir. El ejercicio del periodismo es lo de siempre: buscar información, transmitirla a la gente con la mayor honestidad posible, desligarse de operaciones o influencias espurias, hacer lo más de lo menos permitido, volver visible lo evidente, interpretar lo más cabalmente posible el tiempo y el mundo que nos toca vivir y habitar, explicar con extensión, profundidad y, especialmente, humildad.
En eso –poco más, poco menos– consiste nuestra tarea. No concibo al periodismo ni como sumisión al poder ni como molestia al poder. Es tan inútil un periodista incapaz de meterse en determinadas situaciones como un periodista que está todo el tiempo suponiendo que arma y desarma conspiraciones.
Ni este que atravesamos, ni muchísimos otros que ya pasaron, fueron tiempos sencillos o fáciles para el periodismo. Cada momento tuvo su particular atractivo pero también su dificultad. La dificultad de este momento es que, una vez más, se han polarizado las opiniones sobre ciertos temas. Y todo se ha vuelto un poco extremo. Lo cual hace que sea más difícil poder mantener nuestra mente abierta. La nefasta idea, surgida de muchos sectores, de que o estás conmigo o sos mi enemigo, no es nada estimulante para quienes como nosotros tenemos en la libertad de pensamiento uno de nuestros máximos capitales expresivos.

—Usted contó que –en una época en la que hacía muchas entrevistas– en general esas entrevistas eran a favor del entrevistado, no en contra, y que eran entrevistas muy trabajadas, muy editadas. La idea era que brillara el entrevistado, no el entrevistador, y ese período fue una gran enseñanza para Ud., que dijo: “no me parece que la misión del periodista deba ser ir a joder a alguien… En lugar de sacarle una frase que fuera un titulazo prefería sacarle una frase inteligente…”. Esa es también la premisa de educ.ar en sus entrevistas: queremos que les sirvan a nuestros usuarios para pensar, intentamos tomar del entrevistado lo que más sabe, conceptos, ideas que les sirvan a los docentes para enseñar y aprender. ¿Cuál cree Ud. que es el mayor valor de este tipo de entrevistas?

—Tuve en mi condición de entrevistador varias etapas. Una inicial, que duró hasta mi primer alejamiento de la Argentina, en 1974, se caracterizó por la agresividad. En Confirmado (1965-1968 y 1970-1971) hacía una sección de entrevistas titulada "Reportajes Insolentes". En La Opinión (1971-1974) hice críticas de radio, televisión y teatro musical desde las que traté a algunas personas con mucha impiedad. Y eso mismo hice, con el recurso del humor, en Satiricón (1972-1974). Luego cambié ese estilo porque cambió la persona que soy. Siempre digo que el máximo logro de cualquier periodista es el de realizarse como persona. Yo busqué, trabajé esa realización y desde entonces me hace sentir muy feliz mi manera nueva de enfocar el trabajo. En Clarín (1983-1990) me tocaba hacer un largo reportaje cada quince días y ahí me di cuenta lo gozoso que me resultaba ir a buscar lo mejor del entrevistado y no lo peor.
Realmente creo que la misión fundamental del periodista no debe ser ir a fastidiar al entrevistado. Desde 2001, en diversas radios, hago un programa que primero se llamó El disfrute de la semana y ahora se llama Reunión Cumbre. Es simple: es un programa de actualidad pero mirado desde el tinglado de la actualidad cultural, del espectáculo, de los medios, en el que junto a cuatro figuras y dialogo con tranquilidad y atención y respeto. Allí también el objetivo es que los invitados se sientan estimulados por mis preguntas y todos aprendamos algo más.
En el caso de esta entrevista, lo más positivo es que me están invitando a pensar y a hacerlo con entera libertad. Ojalá responda a la altura de tales circunstancias. Ustedes dirán.

—¿Qué corriente periodística le resulta más interesante, hablando siempre del género entrevistas?

—Me gustan las entrevistas que tienen preparación. Odio las entrevistas “al paso”. Como cada tanto saco libros estoy acostumbrado a ser entrevistado por gente que me pregunta cosas sin haber leído el libro y lo hace con esta fórmula: ”Hablanos un poquito de tu libro”. Un poquito quiere decir, además, ”ni se te ocurra hablarme mucho”. Cuando entrevisto al autor de un libro, es porque he leído el libro; cuando hablo con un director de cine es después de haber visto su película, y así. Es lo mínimo que uno puede hacer. Del entrevistado, me gusta la calidad de declarante que, cualquiera sea su actividad, ha reflexionado suficientemente sobre ella y tiene cosas novedosas para decir.

—Sus libros Paren las rotativas I -1920–1969 y Paren las rotativas II - 1970–2000 dan cuenta de las distintas épocas de la prensa nacional, con testimonios de más de cien entrevistados, datos de archivo, imágenes y textos periodísticos de todas las épocas. Si tuviera que elegir hoy al menos cinco notas, entrevistas, datos de archivo o imágenes que reflejaran las transformaciones de los últimos diez años de nuestro país ¿cuáles elegiría?

—Es una pregunta muy difícil, porque para responderla debería hacer una cantidad de cosas que no tengo tiempo de hacer. Entonces, lo que digo es que mi condición principal de periodista sigue siendo la del continuo aprendiz. Con el periodismo he aprendido, conocido casi todo lo que, por diversas limitaciones, no aprendí en las aulas. El periodismo da permanentemente oportunidades para aprender, para especializarse, para buscar nuevos caminos. Y es una tarea en la que con inusitada frecuencia hay que tomar decisiones, y ese aprendizaje hace crecer. Le estoy muy agradecido a la gente que, a lo largo de mi ya extensa carrera me enseñó cosas.

—Otro de los valiosos libros que ha escrito es Siempre los escucho. En él menciona que “hace más de una década, en la Argentina, las radios no se escuchaban por Internet, no existían las botoneras digitales programables y la telefonía celular estaba en sus inicios…”. ¿Cómo se actualiza la radio hoy con las nuevas tecnologías? ¿Podemos hablar de que se han producido innovaciones? ¿Qué cree que es innovar en radio hoy?

—La radio se renueva constantemente con nuevas y fascinantes tecnologías. El próximo paso –dentro de algunos años–.será la digitalización, lo que dará muchas mayores oportunidades de participación, de interactividad y de asistir a una radio con volumen. Innovar en radio hoy es reproducir los antiguos caminos de la magia. La radio sigue teniendo una promesa básica formidable: en un extremo del circuito, alguien frente a un micrófono le habla a alguien al que no ve, y el que recibe ese mensaje, que tiene propósitos masivos, siente que le están hablando únicamente a él. Innovar en radio hoy es renovar la apuesta por hacer una radio inteligente, rica en vocabulario y en imaginación.Y no caer en la superstición empobrecedora de que todo hay que decirlo en no más de dos minutos.

—¿Qué programas en la historia de la radio nacional son sus favoritos? ¿Por qué? ¿Qué extraña de los viejos programas de radio y qué festeja de los nuevos?

—Desde siempre he escuchado mucha radio. En el prólogo de Días de radio admitía que la radio había sido, desde que tenía cuatro o cinco años, parte de mi memoria constitutiva: me he hecho en radio.Y también por contar con ese archivo natural pude hacer ese libro sobre la historia de la radio. En los tiempos que corren, reconozco la tarea de gente como Alejandro Dolina, Mario Mactas, Hugo Paredero… entre muchos otros, porque no le ponen límites a su inteligencia. De los viejos programas extraño la ficción, que me parece un género ideal de la radio; de los nuevos, celebro los que se permiten tiempo, juego e ingenio.

—¿En qué le gustaría investigar, trabajar, incursionar, y que aún no haya podido abordar? ¿Qué es lo que hoy le despierta mayor entusiasmo, al menos en lo profesional?

—Me gustaría quedarme para siempre en la radio, en especial probando nuevos géneros, cosas que hasta ahora no hice, como por ejemplo un programa de música que se llame “La música que pasamos aquí”.

Entrevista realizada por Verónica Castro. Artículo publicado en Educ-ar. Portal educativo del Estado argentino.

2 comentarios:

  1. Sacarle una frase inteligente a cualquier funcionario en Puerto Rico, sería como que un juey hable inglés; no que hable, que de suyo sería formidable sino inglés...

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  2. Muchas veces, especialmente los entrevistadores de la radio, por buscar glotonamente un titular, se pierden la noticia.

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